sábado, 2 de octubre de 2021

Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut


 

 

Matadero Cinco

Matadero Cinco, o La Cruzada de los niños, es un libro difícil de encasillar. Podríamos decir que es una novela realista sobre la segunda guerra mundial y al mismo tiempo una novela de ciencia ficción sobre viajes en el tiempo, sin que ninguna de estas dos temáticas predomine sobre la otra, sino que de alguna manera se complementan. También podríamos decir que es una novela atrevida, ácida, divertida y triste al mismo tiempo. Muy de los sesenta, vamos.

Comencemos hablando del autor, Kurt Vonnegut, pues sus experiencias en la segunda guerra mundial, en particular el bombardeo de Dresde, le llevaron a escribir esta novela.

Kurt Vonnegut nació en Indianápolis, EE.UU., en 1922, cuarta generación de emigrantes alemanes. Ingresó en la universidad con la idea de sacarse una carrera técnica, sin demasiado entusiasmo, pues prefería las humanidades. Apenas había empezado sus estudios cuando estalló la segunda guerra mundial y tuvo que incorporarse a filas. Inicialmente fue destinado a tareas de ingeniería mecánica, sin tener que salir de su país. Esto cambió en 1944 cuando empezó a planearse la llamada “invasión”, que luego se plasmaría en el Desembarco de Normandía. Harían falta muchas tropas estadounidenses en el nuevo frente de Europa occidental, así que Kurt fue trasladado a un campo de adiestramiento para recibir entrenamiento de combate.

El joven Kurt Vonnegut

El campamento estaba situado cerca de su casa, donde podía ir todos los fines de semana a ver a su familia. En una de estas visitas, Kurt descubrió que su madre había muerto la noche anterior: se había suicidado con pastillas. Al parecer, una de las razones que le llevó a tomar tan trágica decisión fue la inevitable incorporación de su hijo al frente.

Sin acabar de reponerse de su desgracia familiar, Kurt fue trasladado a Francia en el otoño de 1944, cuando buena parte del país había sido ocupado por los aliados y las tropas alemanas se replegaban hacia sus fronteras. Se esperaba que la guerra terminase antes de la Navidad de ese año, pero aquel invierno el moribundo Tercer Reich aún tenía fuerzas para dar un último zarpazo: la famosa contraofensiva de las Ardenas, en la que miles de soldados americanos, entre ellos la división de Vonnegut, quedaron atrapados en la nieve y rodeados por tropas alemanas. La mayoría de estos soldados fueron hechos prisioneros y trasladados al interior de Alemania. En el caso de Vonnegut, su destino fue la ciudad de Dresde, donde llegó el 22 de diciembre.

Dresde era entonces una ciudad mediana y tranquila, pero tenía una importancia cultural enorme. Había sido capital del reino de Sajonia, el más próspero de la Alemania del siglo XVII y tenía una bellísima arquitectura barroca, por lo que era conocida como “La Florencia del Elba”.  El propio Vonnegut dijo que era la primera ciudad bonita que había visto en su vida.

Image of Dresden from 1900
Dresde a principios del siglo XX

Kurt no tuvo mucho tiempo de apreciar su esplendor: el 13 de febrero de 1945, cientos de bombarderos de las fuerzas aéreas británicas y estadounidenses sometieron a Dresde a un ataque brutal durante dos días, dejando caer casi 4000 toneladas de explosivos y bombas incendiarias, dañando gravemente casi todos los edificios e incluso demoliendo algunos hasta sus cimientos. Lo que no fue destruido por las explosiones se lo llevó por delante un incendio masivo que duró varios días. Se desconoce el número exacto de muertos, pero se estima en al menos 25000, prácticamente todos civiles.

El infierno que se desató en Dresde se ha comparado con la bomba de Hiroshima. Todavía hoy siguen sin esclarecerse las verdaderas razones para llevar a cabo un bombardeo tan atroz y destructivo, porque la ciudad era cualquier cosa menos un objetivo militar. Se aduce que tenía industrias de armamento y que era un importante nudo de comunicaciones. Sin embargo, la mayoría de las industrias quedaron intactas, así como los puentes y otras infraestructuras, mientras que el centro histórico quedó completamente arrasado. Si tenemos en cuenta que además los aliados tenían la guerra prácticamente ganada, se sospecha que las intenciones no eran estrictamente militares, y que el objetivo era humillar y aterrar a la población civil, vengando de esta manera los terribles bombardeos sobre ciudades británicas que había llevado a cabo la fuerza aérea alemana cuatro años antes.

A view of Dresden after the allies’ bombing 1945.
Dresde después del bombardeo
 En lo que respecta a Kurt Vonnegut, sobrevivió al bombardeo por estar alojado en los sótanos de un matadero (el famoso Matadero 5). Posteriormente, fue destinado con otros prisioneros a la desagradable tarea de encontrar cadáveres entre los escombros, aunque tuvieron que esperar varios días a que se pudieran tocar las piedras sin quemarse.

Al cabo de unas semanas, los prisioneros americanos fueron trasladados a un campo de internamiento cerca de Checoslovaquia. Un día se dieron cuenta de que los guardias les habían abandonado huyendo del avance soviético. Era el fin de la guerra. Los alemanes se rindieron en mayo de 1945 y Vonnegut sería repatriado ese mismo mes.

En la posguerra, Vonnegut se ganó la vida ejerciendo de periodista y, posteriormente, como relaciones públicas, mientras sacaba tiempo para escribir novelas de ciencia ficción en las que solía incluir detalles de sátira social, moral e incluso religiosa. Consiguió un cierto éxito con Las sirenas de Titán (1958) y Cuna de Gato (1960). Para 1968 se sintió con ganas de contar su “versión” sobre el bombardeo de Dresde, y así surgió Matadero Cinco. El libro fue un éxito inmediato.

Kurt Vonnegut (1922-2007).
El ataque a Dresde no acortó la guerra ni medio segundo, no debilitó ninguna defensa ni ataque alemán en ninguna parte, no liberó a ningún prisionero en los campos de exterminio. Solo una persona en todo el planeta se benefició de aquel bombardeo: yo. Calculo que saqué unos tres dólares por cada persona muerta. Kurt Vonnegut.

La novela comienza con el propio escritor documentándose sobre los hechos, y visitando a un antiguo compañero de arma, Bernard O’Hare. La esposa de Bernard le hace saber a Kurt que no aprueba las novelas bélicas, y que las guerras no las luchan héroes, sino críos. A esto contesta Kurt diciendo que no piensa glorificar la guerra, que la novela se llamará “la Cruzada del los niños” y que no habrá ningún papel en ella para John Wayne.

Entonces la novela pasa a mostrarnos al protagonista, Billy Pilgrim, que ciertamente no tiene nada en común con John Wayne. Es un individuo de constitución delgada y escaso carácter. Su papel en la guerra no es el de combatiente, pues los mandos no le creen apto para llevar armas y le han asignado el puesto de ayudante de capellán.

Durante la ofensiva de las Ardenas, Billy, como tantos otros, acaba al otro lado de las líneas alemanas. Su situación es realmente desesperada: no lleva ni siquiera una mochila, viste un uniforme de paseo y calza unos zapatos de verano (uno de ellos sin tacón) con los que tiene que caminar por la nieve.

En un momento dado, Billy siente que no puede más y se detiene. Es entonces cuando sufre un salto temporal, viajando al pasado. Su conciencia se desplaza a cuando era un niño de pocos años, y su padre intentaba enseñarle a nadar a lo bruto, esto es, arrojándole a una piscina de sopetón. El método o funciona y Billy acaba en el fondo de donde es rescatado por un socorrista. Justo después da otro salto temporal, en este caso al futuro, a 1965, cuando visita a su madre moribunda en un asilo de ancianos. Y pronto vuelve a dar otro salto, y otro y…

Finalmente, Billy regresa al punto de partida en el invierno de 1944, y es hecho prisionero por soldados alemanes. Cuando esa noche puede por fin descansar en un sitio caliente, Billy se duerme, y vuelve a saltar… estos saltos son ya constantes en la novela, viviendo Billy otros momentos de su existencia: su recuperación de la guerra en un hospital de veteranos, su matrimonio, su infancia, su vejez, su nacimiento y su muerte, sin que haya ningún orden ni ningún patrón en estos episodios.

En uno de los saltos, en este caso a su mediana edad, Billy vivirá un capítulo muy significativo de su vida: estando en el jardín de su casa, es raptado por extraterrestres del planeta Tralfamadore, que lo llevan a su planeta y lo exhiben durante unos años en una especie de zoo, aunque procurando que a Billy no le falte de nada, así que este se toma su cautiverio con filosofía.

Los tralfamadorianos tienen un aspecto cómico, con un cuerpo rechoncho del que sale, a modo de cabeza, una mano que tiene un ojo en la palma. Pero esto no es lo más particular de ellos. Como pronto aprende Billy, son seres que no perciben la realidad como hacemos los seres humanos. Para los tralfamadorianos el tiempo es una dimensión más del espacio y no ven los acontecimientos uno detrás de otro sino varios a la vez. Por ello, no creen que lo que ocurre ahora sea consecuencia de lo que ha ocurrido antes, sino que todo lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá, simplemente, es. Billy en una ocasión pregunta a los tralfamadorianos qué opinión tienen del libre albedrío, a lo que estos responden que les parece un concepto absurdo.

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Tralfamadoriano

A pesar de su particular percepción del tiempo, y de su avanzada tecnología, los tralfamadorianos no son responsables de los viajes temporales de Billy, y ni siquiera saben qué es lo que le ocurre, de manera que no pueden ayudarle con su problema. Pero sí pueden aportarle cierta actitud de resignación con la que Billy pueda afrontar los eventos de su accidentada (y discontinua) vida con serenidad.

Así es como Billy, al volver, sobrevive al resto de la guerra como prisionero de los alemanes, siendo trasladado en condiciones terribles a un campo de internamiento y después asignado a trabajos forzados en Dresde, donde asiste al espantoso bombardeo. En este periplo (interrumpido por unos cuantos saltos temporales), Billy conoce a dos prisioneros americanos que le marcan especialmente: uno es Edgar Derby, hombre educado y afable, profesor de secundaria de unos cuarenta años, que por su edad no ha sido llamado a filas pero se ha alistado por sentido cívico. El otro prisionero es Paul Lazzaro, delincuente de pequeña estatura y carácter violento, que lleva una lista de gente a la que odia y piensa encargar matar, lista en la que acaba incluyendo al propio Billy Pilgrim.

La guerra acabará bien para el rencoroso Lazzaro, que sobrevivirá y llevará a cabo sus venganzas, mientras que el altruista Derby morirá fusilado por robar una tetera. Así fue y será, como dirían los tralfamadorianos.

Y no diré mucho más, aunque no es que haya desvelado la trama, pues el autor deja caer un poco de todos estos acontecimientos desde el mismo principio de la novela, que no sigue una línea temporal normal, sino que va a saltos como la vida de Billy Pilgrim, sin que, al menos en mi caso, pierda interés la trama en cada lapso temporal. Encuentro igual de atractivas las aventuras y desventuras de Billy Pilgrim en la guerra, que las de su infancia, la posguerra o su estancia en Tralfamadore. Y es que hay muchos eventos llamativos a lo largo de la novela, y personajes de lo más pintoresco, algunos de los cuales están presentes en otras obras de Vonnegut, como el fracasado (y prolífico) escritor de ciencia ficción Kilgore Trout, o el estrafalario Howard W. Campbell Jr., que trabaja para los nazis reclutando voluntarios para formar una especie de División Azul americana.

Con todo, lo más llamativo de la novela es que entre sus detalles divertidos y trágicos deja muchas ocasiones para la reflexión, en el aspecto social, moral e incluso filosófico. Es asombroso que una novela de apenas doscientas páginas contenga tantas facetas, pero el estilo directo y el ritmo narrativo de Kurt Vonnegut da mucho de sí.

En fin, estamos ante un libro muy estimulante, aunque estas alturas de reseña sigo sin saber cómo clasificarlo. Sí que puedo recomendar vivamente su lectura. Si esta reseña os ha llamado mínimamente a atención, no os lo perdáis.

Matadero Cinco
Recientemente, se publicó Matadero Cinco en cómic con dibujos de Albert Monteys y guión de Ryan North. Es una adaptación muy fiel y también muy recomendable.