domingo, 25 de julio de 2021

Viajes con Charley - John Steinbeck



En 1960 el escritor John Steinbeck se hizo con una autocaravana y realizó un viaje por buena parte de los Estados Unidos en compañía de su perro Charley. El resultado fue este libro, que sería una muestra de la llamada literatura de viajes, con algunas particularidades.

La primera particularidad es que el autor no es uno de estos escritores habituales de libros de viajes, sino un novelista, y no uno cualquiera: John Steinbeck está considerado uno de los mejores escritores americanos de todos los tiempos y ganó el premio Nobel de literatura en 1962. Steinbeck tenía intereses diversos, pero es particularmente conocido por su percepción social, combinando en su obra el sentido del humor con el realismo más descarnado. Aparte de novelas tan destacables como Tortilla Flat o De Ratones y Hombres, su obra maestra es Las uvas de la Ira, para muchos la novela definitiva sobre la Gran Depresión. 

Siguiente particularidad: podríamos meter al libro en la categoría de “Libros con perro”, pues la verdad es que Charley tiene bastante protagonismo. El autor describe con muchísimo cariño a este “caniche francés, viejo y caballeroso”. A lo largo del libro, y como no podía ser de otra manera, Charley demuestra ser un excelente compañero de viaje, siempre pendiente de su amo, respondiendo a sus sentimientos y sensaciones, y comprendiendo su estado de ánimo mejor que nadie. Para quien haya tenido perros esto no tiene nada de sorprendente. Pero siempre es bonito leer sobre ello. 

John y Charley

Otra particularidad: la época en la que se escribió el libro, significativamente el año en que Kennedy derrotó a Nixon en las elecciones. Estados Unidos estaba cambiando rápidamente; eran años de prosperidad y de desarrollo, de televisión y de sociedad de consumo. A Steinbeck le parece que todo se está haciendo demasiado uniforme, que desaparecen los acentos regionales, que en todas partes se habla de forma parecida, que las frías autopistas han eliminado a las carreteras, que el medio urbano está arruinando el paisaje y que los restaurantes de carretera dan comida rápida en vez de comida de verdad. Vamos, que el escritor echa mucho de menos las buenas cosas de los viejos tiempos que la modernidad se está llevando por delante. Ahora bien, tampoco es que Steinbeck rechace el progreso: sabe reconocer sus ventajas, como el hecho crucial de que las familias ahora viven bien y ya no pasan las penurias que el propio escritor recogió en sus novelas un par de décadas antes. 

Con todo, y dado que el subtítulo del libro es “En busca de los Estados Unidos” no es de extrañar que Steinbeck haga un viaje muy rural, sin detenerse en ciudades, tratando de encontrar la esencia de su país. Y ciertamente el libro tiene momentos muy bellos sobre el entorno natural que se va encontrando, como cuando el paisaje desolado de las Badlands de Dakota del Norte se transforma al caer la noche. O la majestuosidad del estado de Montana, o la de las enormes secuoyas de la costa Oeste. 

Un mapa aproximado del recorrido

Ahora bien, esto es el medio físico de los Estados Unidos, pero ¿y sus gentes? Pues... no es que Steinbeck nos cuente demasiado. Personalmente, a mi me atraen mucho en los libros de viajes los personajes que el narrador se va encontrando, muchas de ellos con cosas interesantes que decir, pero no es el caso de Viajes con Charley. El viajero se encuentra con personas, pero no se relaciona mucho con ellas, y salvo excepciones, estas no parecen tener mucho que aportar sobre la esencia de los Estados Unidos. En este sentido, y esto es gusto personal, el libro me decepciona un poco. 

En esta ausencia de “personajes secundarios” sin duda tiene que ver el modo de viajar del autor, en autocaravana. Sin duda sería muy distinto si hubiese utilizado transporte público y se hubiese hospedado en distintos alojamientos, pues habría tenido más ocasiones de encontrarse con gente interesante.  De hecho, existe una cierta controversia con Viajes con Charley. Algunos entusiastas han intentado viajar por los Estados Unidos haciendo las mismas etapas que Steinbeck y han descubierto que el recorrido y los tiempos no encajan. Según afirman algunos periodistas el autor no realizó el viaje únicamente con Charley, sino que le acompañó su mujer en algunos tramos, alojándose con ella en hoteles o casas de amigos. Esto no se menciona en el libro, pero explicaría la poca relación del autor con terceros.

Ahora bien, cuando Steinbeck realizó este viaje había dejado atrás su juventud y no se encontraba nada bien de salud. Según cuentan sus familiares y amigos, realizó el viaje porque sabía que no le quedaban muchas energías, y de hecho murió pocos años después. Entonces, es hasta cierto punto comprensible que hiciera el viaje cómo lo hizo y no le vamos a pedir que fuera a la buena de Dios como hizo su compatriota Jack Kerouac en su libro En el camino. También le perdonaremos que no contara los viajes exactamente cómo tuvieron lugar; al fin y el cabo estamos hablando de un novelista. 

Hay una excepción en cuanto al poco protagonismo de los americanos de a pie en Viajes con Charley. En una parte del libro, Steinbeck sí tiene verdadero interés en mezclarse con las gentes de su país: es el episodio que transcurre en el Sur, concretamente en el estado de Luisiana, en el marco de la lucha por los derechos civiles. La historia es conocida y la hemos visto en muchos libros y películas: desde la guerra de Secesión, en los estados del sur de EE.UU. estaban vigentes leyes de segregación racial, que obligaban a los negros a vivir separados de los blancos. A partir de la década de 1950, diversas asociaciones por la igualdad racial consiguieron que el Tribunal Supremo declarase inconstitucionales esas leyes. Esto no fue aceptado por buena parte de la población blanca del Sur y ocasionó numerosos disturbios. 

Steinbeck nos muestra ese ambiente de confrontación y asiste a un hecho muy significativo: la entrada de alumnos negros en una escuela "de blancos" escoltados por agentes del gobierno, mientras son insultados y amenazados por una multitud enfurecida. La escena inspiraría al pintor Norman Rockwell para su famoso cuadro “El problema con el que todos vivimos”.


Steinbeck no alecciona al lector sobre el asunto: se limita a exponer la situación desde distintos ángulos y hablando con distintas personas, para que cada cual saque sus conclusiones. Y es que no hace falta más; los simples hechos ya son elocuentes por sí mismos. Exactamente lo que ocurre con el cuadro de Normal Rockwell.

El encuentro con el “Viejo Sur” es sin duda uno de los momentos cumbre del libro. De hecho el autor queda emocionalmente exhausto, tanto que al llegar a Virginia prácticamente termina su viaje al no tener ánimo para más vivencias.

Haciendo balance, podemos decir que Viajes con Charley resulta un libro de viajes muy agradable de leer, gracias al vivo estilo de Steinbeck. En cuanto a lo que se cuenta, aunque podría haber dado más de sí, no deja de ser un libro interesante, a ratos divertido, y que incluso invita a reflexionar. Recomendable.